Cliente: Arabarri Sociedad Pública
Localización: Salinas de Añana. Álava
Año: 2011
Equipo técnico: Javier Bárcena, Raquel Mielgo y Luis Zufiaur
Rehabilitación de las eras de las salinas, consistente en la eliminación y reconstrucción de la solera sobre las eras e impermeabilización de Greda, acopiando por separado la madera a reutilizar y la madera a eliminar de los costeros, del entablado horizontal y vertical, de las correas y vigas del entramado superior, pies derechos, tornapuntas y entramado de suelo, utilizando para las nuevas piezas pino silvestre. Acondicionamiento de la planta bajo cubierta como locales para la Fundación valle salado de Añana, contemplando la restauración y refuerzos de la estructura original de madera, nuevas divisiones, pavimentos, revestimientos, falsos techos, aislamiento térmico y acústico, carpintería interior y exterior, instalación eléctrica, de fontanería, calefacción y elevación. También se habilitó una cubierta para el estudio de los restos arqueológicos, consistente en la consolidación de la excavación mediante recomposición de muros, drenaje perimetral, relleno de excavaciones con grava y balasto, dados de cimentación de hormigón de cal en masa, estructura de madera laminada y cubierta de lona Burdeos soldada por cuerpos in situ.
Construcción: 822
La explotación está documentada desde el año 822. Estas salinas junto con las Salinas de Poza de la Sal, se encuentran entre las más importantes del norte de la Península Ibérica. Hasta la revolución de los sistemas de enfriamiento mecánicos, la sal era un producto muy codiciado, hasta el punto de ser conocida como el «oro blanco» de la época preindustrial. Esto se debía a sus muchas utilidades (como la conservación de alimentos) y a su escasez, ya que hasta la explotación minera de los yacimientos subterráneos su producción estaba limitada a las salinas costeras y a las zonas de interior donde existían manantiales salinos. Se llegó a utilizar como forma de pago en época romana, siendo este el origen del término salario.
En la Edad Media las Salinas de Añana florecieron con el mercadeo de la sal.
En la época de máximo esplendor había en el valle más de cinco mil plataformas de evaporación que, en total, ocupaban una superficie de 95.233 m².
Debido a diversas circunstancias, como pueden ser la introducción de mejoras en las salinas costeras o la revolución de los transportes con la instalación del ferrocarril, las salinas entraron en una fase de declive que culminó con su abandono a mediados del siglo XX. Esta situación llevo a que una buena parte de las eras se encuentren actualmente hundidas. Sin embargo, el creciente interés de la sociedad por su patrimonio motivó a las instituciones públicas a impulsar un Plan Director para la recuperación integral del conjunto. Fueron declaradas Monumento históric
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